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Estas pinturas murales fueron realizadas entre 1819 y 1823 para si mismo en su quinta del sordo.
Describen un mundo desolado y terrible, alucinante.
Desde la enfermedad y la vejez Goya se rodea de seres monstruosos, dejando en libertad los fantasmas de su mundo interior y su fantasía plasma representaciones patéticas, penetrando en un mundo visionario y alucinante. Son obras de difícil significado que permiten múltiples interpretaciones. Predomina el color negro, el no color, matizado sólo por ocres terrosos.


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